Hoy les queremos presentar a nuestro gran Fernando Mercado, un hombre de 59 años, ubicado en Quillota, amante del campo y la agricultura.
Viene de una familia de 9 hermanos, todos criados en el campo entre siembras y cosechas. Desde niño su papá les enseñó a todos cómo trabajar la tierra, para que pudieran vivir de eso también cuando crecieran. Pero Fernando quería descubrir otras maneras de ganarse la vida.
Fue así como se fue a la capital para trabajar en el rubro de la electricidad. Estuvo trabajando hasta los 31 años en el Banco de Chile hasta que en el año 93 decidió volver a sus orígenes.
La tierra y el cultivo fue algo que se le dio natural. Gracias a las enseñanzas de su padre empezó a cultivar, sin problemas, todo tipo de hortalizas: betarraga, cilantro, perejil, lechuga, pepino y más. Dice que el perejil y el cilantro son sus plantas favoritas, él mismo saca la semilla, hace el almácigo y luego planta a la tierra.
Y así entre plantas y almácigos, pasaron los años y creció la familia. Fernando tiene 7 hijos, pero ninguno está dedicado al campo. “Se cortó la tradición” dice él, pero está contento, porque sus hijos e hijas están haciendo lo que les hace feliz. Al igual que él, que puede hacer lo que ama: estar en la naturaleza, ver crecer la planta desde que es semilla, hasta que da frutos (la parte más emocionante, confiesa). De hecho, pretende trabajar en eso hasta que su cuerpo se lo permita.
Gracias Fernando por formar parte de nuestra familia.
Viene de una familia de 9 hermanos, todos criados en el campo entre siembras y cosechas. Desde niño su papá les enseñó a todos cómo trabajar la tierra, para que pudieran vivir de eso también cuando crecieran. Pero Fernando quería descubrir otras maneras de ganarse la vida.
Fue así como se fue a la capital para trabajar en el rubro de la electricidad. Estuvo trabajando hasta los 31 años en el Banco de Chile hasta que en el año 93 decidió volver a sus orígenes.
La tierra y el cultivo fue algo que se le dio natural. Gracias a las enseñanzas de su padre empezó a cultivar, sin problemas, todo tipo de hortalizas: betarraga, cilantro, perejil, lechuga, pepino y más. Dice que el perejil y el cilantro son sus plantas favoritas, él mismo saca la semilla, hace el almácigo y luego planta a la tierra.
Y así entre plantas y almácigos, pasaron los años y creció la familia. Fernando tiene 7 hijos, pero ninguno está dedicado al campo. “Se cortó la tradición” dice él, pero está contento, porque sus hijos e hijas están haciendo lo que les hace feliz. Al igual que él, que puede hacer lo que ama: estar en la naturaleza, ver crecer la planta desde que es semilla, hasta que da frutos (la parte más emocionante, confiesa). De hecho, pretende trabajar en eso hasta que su cuerpo se lo permita.
Gracias Fernando por formar parte de nuestra familia.